lunes, 22 de septiembre de 2008
Más
Dos de la mañana, no suena el teléfono, no suena el timbre, no hay mensajes en el correo electrónico.
Catalina esta más desesperada que nunca, pensó que ya era hora de decir adiós, pero la verdad no es tan difícil decir eso, duele mucho.
Han pasado varios años juntos (el número no es importante) pero han pasado muchas cosas juntos y ella siempre quiso que pasaran muchas más, pero él ya no daba para más.
Que historia para más complicada, cuando me la contó nunca entendí porque podía existir un amor tan dañino, porque aguanto tantas noches sola, tantos días sin saber nada de él.
Más bien, lo único que pudo hacer Catalina es sentarse a esperar, a esperar lo que nunca llegará.
Nunca estuvo tan triste como hoy, nunca fue tan tonta como hoy, nunca lo odio como lo odia hoy.
Pasaron las horas y sonó el teléfono, no su celular sino el de su casa (como nunca) era él, con una voz inigualable, solo le dijo adiós, como siempre muy práctico, ella se quedó sin decir más, colgó el teléfono y se echó a llorar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario